Y aunque tarde, el invierno llegó, imperturbable, abominable. Como hacía
ya tanto tiempo que nadie lo había visto. Como solo algunos privilegiados lo
recordaban. El viento nos trajo un frío que helaba corazones y cubría de blanco
todo aquello que tocaba. Apagó sin esfuerzo hasta los fuegos más ardientes.
Parecía ajeno a todo y a todos. Pero a mí me caló más hondo que a nadie. El
invierno trajo muchas cosas malas. Pero también una buena. Me enfrió el
corazón. Y con él, también te enfrió a ti.
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