11 dic 2011

Yo siempre había estado hecha para el calor y por eso, no soportaba el frío. Adoraba el verano y que los rayos del sol calentaran mi piel morena. Odiaba que empezara el frío y tener que sacar las colchas y las mantas. Me encantaba bañarme en la piscina y hacer el muerto sintiendo como las olas mecían mi cuerpo.  Sufría cada vez que veía caer las hojas y más aún cuando los maniquís de las tiendas empezaban a llevar bufandas. Y es que el calor me gustaba porque me hacia sentir libre y sobre todo me hacia ver el mundo a mi pies, en verano era capaz de todo. Pero en invierno… ese frío que se me enganchaba a los huesos y que no había forma de apartarlo de ahí y sobre todo esas ganas de verte… Y eso es lo que peor llevaba de todo porque tu siempre habías sido mi pedazo de verano en pleno enero, tu me dabas el calor que no me daba ninguna manta y cuando te fuiste el frío volvió para invadirme hasta el corazón y aún no lo ha soltado.

3 comentarios:

Rose Flockhart dijo...

Con calor todo es fácil, por decirlo de alguna manera. Después llega el terrible invierno con sus preciosas mantas. Pero hay heridas que cicatrizan peor en esta época, heridas de corazón que necesitan fuego.

:)

Mrs. Nobody dijo...

¿quién no echaría de menos ese calor? qué identificada me siento (: un beso enorme.

Popenstein dijo...

el invierno siempre estará ahí, hay que aprender a vivir en él