15 dic 2011

Todos necesitamos a alguien

I,II y III

Intuitivamente miró el reloj, para eso quedaba más de una hora. Fue a sentarse a una mesa que quedaba en frente de la barra, así podría verle. Apoyó la espalda en la pared, en ese momento él estaba haciendo un coctel jugando con las botellas, aquello se le daba realmente bien. Reía y coqueteaba con un grupo de chicas que acababan de entrar al local y le estaban pidiendo una ronda de chupitos, él se tomó uno también. ¿Habría olvidado la nota que le había dejado a Minerva? ¿O es que eso lo hacía con todas las chicas que iban a su bar? Estaba a punto de marcharse cuando él se giró hacia ella. Una de las chicas se le acercaba demasiado para hacerse una foto, entonces él la miró, puso los ojos en blanco y después le sonrió. Decidió quedarse, no tenía nada mejor que hacer y aún no había pensado donde iba a pasar la noche. Sería muy humillante regresar a casa para dormir, con eso solo demostraría que era una adolescente en plena efervescencia hormonal, y aunque era cierto que lo era, quería demostrarle a su madre que era mucho más madura de lo que todos pensaban.
Llevaba mucho tiempo perdida en sus pensamientos, cuando alguien se situó en frente suya y con una sonrisa le dijo:
 ¿No va a tomar nada más señorita? Lleva una hora con la copa vacía y esto es un bar, hay que consumir.
Minerva se sobresaltó, se disponía a levantarse para irse cuando el chico que se había dirigido hacia ella rompió a reír. Ella lo volvió a mirar, ¡era el camarero de antes! Pero se había cambiado de ropa, ya no llevaba esa camiseta negra con el logo en rosa del local, sino que se había puesto una camisa blanca, arremangada que se ceñía a sus brazos claramente trabajados muchas horas en el gimnasio, y por qué no, tal vez en alguna que otra pelea.
 ¿Dónde quieres que te lleve princesa?
- Querrás decir que donde quiero ir, ¿no? Porque no necesito que nadie me lleve a ningún sitio, bueno, dejémoslo en que no necesito a nadie.
- Uh, una princesa con carácter como a mi me gustan. Pero, aunque fueras la princesa con más carácter del mundo necesitarías a alguien, todos lo hacemos.
- Te equivocas, yo no- ese tipo estaba metiendo la pata hasta el fondo, de normal habría sido difícil hacerla enfadar, por eso de guardar las apariencias, pero esa noche ya había explotado y no iba a aguantar a ningún pamplinas que intentara ligársela de esa forma tan descarada.
- ¿Qué pasa, la reina te ha castigado, te has revelado y has escapado de tu castillo princesa?
- Dios mío, que pesado. Estaba intentando tratarte como si fueras una persona normal pero veo que no hay manera. ¡No hay reina, ni castillo, ni mucho menos soy una princesa! ¿Qué es lo que no entiendes de que sea una personal normal y corriente?
Entonces él rompió a reír, pero eso solo hizo que se cabreara todavía más.

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