8 dic 2011

¿Y dónde está ahora tu madre, princesa?

Antes de nada, parte I y parte II

Minerva se giró sobresaltada. No se había dado cuenta de cómo el camarero había ido hacia donde ella se encontraba. Le miró durante un largo rato pero no pronunció respuesta. Se dio cuenta de que no llevaba ni un céntimo encima y que no la dejarían estar en ningún bar sin tomarse nada.
-  Vamos, princesa, pídeme algo, lo que sea, que a la primera invita la casa.
-  ¿Lo que sea?- rió divertida Minerva, encontrándole un doble sentido a la frase.
El camarero rió con ella, se giró rápidamente y se puso a preparar un cóctel. Después lo puso en frente de la joven.
-  Se perfectamente que no tienes la edad, pero ese será nuestro pequeño secreto, princesa- se acercó a ella para que nadie más le oyera, después, alejándose, añadió- ahí lo tienes, el coctel de la casa.
Minerva dudó antes de beber. Siempre había tenido claro que no debía beber de un vaso que le ofreciera un completo desconocido, pero aquél no parecía un mal tipo y además esa noche había decidido dejar de comportarse como el resto de gente quería que lo hiciera.
-  Vamos, pruébalo, no puedes saber si soy algún tipo de violador o algo por el estilo si no bebes.
-  Mi madre nunca me dejaría hacer algo así…
-  ¿Y dónde está tu madre ahora, princesa?- se dio la vuelta para dirigirse hacia un nuevo cliente que se había acercado a la barra, sin importarle si Minerva bebía o no.
Eso acabó de convencerla. “Es cierto, mi madre no está aquí”, pensó. Y después dio un largo trago al vaso. Estaba bueno, muy dulce, nunca había probado nada parecido. Pero, bueno, tampoco era que tuviera mucha experiencia en bebidas alcohólicas. Por supuesto, en la jet set no estaban bien vistos los botellones. Eso sí, te sabría diferenciar un burdeos entre miles de vinos diferentes, estaba harta de ir a catas de vinos.
Fue a sentarse a una mesa. Entonces se percató de que en la servilleta que el camarero había dejado al lado de su vaso había algo escrito. “Mi turno acaba a las 3”.

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