El timbre no
deja de sonar, los abrigos se van amontonando en la cama de los abuelos y ya
resulta casi imposible adivinar de qué color era la colcha. Es la primera vez
que vienes y estás más que nervioso, es normal, te he avisado de lo que te
espera. Entramos y las miradas de todos se centran en ti, tú te pones aún más
nervioso, yo te apreto la mano para tranquilizarte. Hemos llegado casi los
últimos y ya está casi todo en la mesa. Nos sentamos y mi primo tiene la
brillante idea de sentarse entre nosotros, me echas una mirada suplicante, te
sonrío. Las jarras de cerveza se van vaciando y los platos se llenan de restos
de gambas, con lo que las odias tú. El
abuelo coge la botella de anís y empieza a cantar, lo que tú no sabes es que el
segundo villancico lo tiene que cantar el nuevo. Te pasa la botella y tú lo
miras sin saber que hacer, yo me adelanto, la cojo y empiezo a cantar, todos me
siguen. Cuando acabamos de cantar mi abuelo te vuelve a ofrecer la botella.
- No creerás que te vas a librar, ¿verdad? Eres tú
el culpable, así que tienes que cantar, como todos.
- ¿Yo? ¿El culpable? ¿De qué?
- ¿Cómo que de qué? ¿Quién es el que causa esa
enorme sonrisa?- dice refiriéndose a la mía- Dime, ¿quién?
Todos se echan a
reír y tú sonríes, te tranquilizas. Ves
como no es para tanto.
/ Feliz Navidad a todos, espero que Papá Noel os traiga muchas cositas,
y mañana un poquito de Minerva , ¿qué os parece?
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